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La réplica de la Llave de Oro del Cante y un libro para popularizar el flamenco, legado de Fosforito en el Cervantes

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MADRID, 07 (SERVIMEDIA)

El Instituto Cervantes acogió este martes en su sede de Madrid un homenaje al cantaor flamenco cordobés Antonio Fernández Díaz, Fosforito, en el marco del cual se depositó un legado en la Caja de las Letras de la institución cervantina compuesto por la réplica de la Llave de Oro del Cante y un libro para prender la afición por el flamenco entre los niños.

En el acto participaron la secretaria general del Cervantes, Carmen Noguero; la mujer de Fosforito, Maribel Barrientos; su hijo, Antonio Fernández; la segunda teniente de alcalde de Puente Genil -localidad donde nació Fosforito-, Tatiana Pozo; y el director del Instituto Cervantes de Palermo, Juan Carlos Reche.

El legado de Fosforito se incorporó en el cajetín 1090 de la Caja de las Letras del Cervantes, el cual se abrirá dentro de cien años por expreso deseo del cantaor, que hoy definió al cante como “ese volcán que te explota en la garganta y le canta con el corazón dolorido”.

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El referido legado se compone de la réplica de la Llave de Oro del Cante, que recibió en 2005, un libro para iniciar a los más pequeños en el flamenco, un CD con cantes diversos interpretado junto a Paco de Lucía, que contiene letras de, entre otros, Antonio Machado, y un pequeño libreto que acompaña al CD con poemas del poeta sevillano.

En el turno de parlamentos, Carmen Noguero reconoció que el Cervantes “tenía una deuda pendiente con el mundo del flamenco”, que comenzó a saldar en 2022 con el legado de Carmen Linares y, más recientemente, con el legado ‘in memoriam’ de Enrique Morente.

Esto le sirvió para rematar que “hoy tenemos el gusto de agrandar con el gran maestro Fosforito”, quien “ha regado como pocos el árbol del flamenco” y “ha hecho grandes aportaciones a la música”, convirtiendo “al taranto o a la petenera en señas de identidad de su repertorio”.

También indicó que Fosforito es “un autor que consideró la autoría propia de las letras flamencas como un signo distintivo del cantaor” y le agradeció que “las puertas del cante sean cada vez más accesibles y estén más abiertas a las generaciones futuras”.

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Por su parte, Fosforito, que se despidió en 1999 de los escenarios, confesó que “mi corazón ya no está para estos sorpresones”, y agradeció al Cervantes que “esta catedral de las letras abra sus puertas a este viejo cantaor que durante tiempo se ha ido dejando el corazón a pedazos pregonando las esencias jondas del cante que aún vivo con la misma calentura que cuando empezaba”.

Luego de evocar a Federico García Lorca y a María Zambrano, subrayó que “lo jondo no se explica, sino que se expresa con el sentimiento más profundo del alma” y añadió que “lo jondo no sólo se canta, sino que se estremece, se llora y se ríe al compás; porque cantar jondo no es sólo cantar flamenco correctamente, sino mirarse dentro y dejar que hablen las entrañas”.

Explicó que el flamenco “transmite los sentimientos más desgarradores de un pueblo que supo construir su música, su cante, con su propio dolor y creó una cultura jonda llena de poesía, que hace que afloren las emociones, que sea imposible el olvido de nuestras propias raíces”.

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Por último, comentó que “cantar jondo es compartir el dolor y las emociones con quien te escucha” y deslizó que “cuando suena jondo nos abraza la emoción, es un sentimiento a flor de piel que compartimos con los aficionados”.


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