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El investigador Álvaro San Millán alerta de que «cada vez hay más infecciones que no se pueden tratar con antibióticos»

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MADRID, 18 (EUROPA PRESS)

El investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), Álvaro San Millán, ha advertido que «cada vez hay más infecciones bacterianas que no se pueden tratar bien con antibióticos», lo que producirá, a su juicio, «un gran número de muertes», según recoge el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Este investigador se ha propuesto luchar contra las bacterias multirresistentes, a través del proyecto europeo R-GNOSIS, con el que lleva recogidos de más de 11.000 pacientes muestras bactearianas del intestino. El proyecto se está llevando a cabo en colaboración con el Servicio de Microbiología del hospital, dirigido por Rafael Cantón.

Este aviso también se ha dado desde instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), puesto que han situado la resistencia a antibióticos como uno de los principales problemas de salud pública actuales y con unas perspectivas muy preocupantes de cara al futuro, tal y como ha apuntado San Millán.

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Además, añade CSIC, según el Grupo de Coordinación Interinstitucional sobre Resistencia a los Antimicrobianos (IACG) impulsado por las Naciones Unidas, las infecciones resistentes a antimicrobianos provocarán en el año 2050 cerca de 10 millones de muertes anuales en todo el mundo, en la actualidad, el cáncer supera los 8 millones de muertes por año.

El proyecto ha analizado que las bacterias consiguen resistencias a los antibióticos mediante dos mecanismos, en primer lugar, pueden sufrir mutaciones en su genoma o adquirir genes resistentes del exterior a través de plásmidos, moléculas circulares de ADN que se transfieren de una bacteria a otra mediante un proceso llamado conjugación.

San Millán se ha centrado en los plásmidos, puesto que estos elementos genéticos generalmente portan genes accesorios, que permiten a las bacterias sobrevivir en una variedad de entornos muy diversos al aportarles ventajas adaptativas como, por ejemplo, evitar que un antibiótico acabe con ellas. «Los plásmidos son el principal vehículo de la diseminación de la resistencia a antibióticos, sobre todo en los ambientes clínicos», ha comentado el investigador.

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Sin embargo, CSIC apunta que «vivir con un plásmido, o con varios, no suele salirle gratis a las bacterias» porque son elementos genéticos que poseen una carga para aquellas que los portan haciendo que proliferen más lentamente.

Por tanto, el fin del laboratorio y del proyecto pasa por entender los procesos evolutivos que llevan a las diferentes cepas bacterianas a seleccionar ciertos plásmidos con sus correspondientes resistencias. «La pregunta general del laboratorio es intentar entender qué determina el éxito de esas asociaciones porque no todos los plásmidos están en todas las bacterias», ha manifestado Álvaro San Millán.

LA IMPORTANCIA DE LA RESISTENCIA DEL pOXA-48

El equipo de investigación ha reconocido que existe un plásmido de resistencia sobre el que han centrado su atención y es el pOXA-48, el cual «tiene la información para codificar un mecanismo de resistencia llamado carbapenemasa, una resistencia a los antibióticos betalactámicos», según ha explicado la investigadora predoctoral Aída Alonso.

En esta línea, el plásmido aporta una capacidad positiva a las bacterias para sobrevivir a este tipo de fármacos entre los que se encuentra la amoxicilina. Dentro de la muestra extraída del Hospital Ramón y Cajal, el equipo de Alonso trabaja con las enterobacterias intestinales Klebsiella pneumoniae y Escherichia coli porque «son las más abundantes y las que se han encontrado más asociadas a este plásmido en concreto».

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En definitiva, Aída Alonso ha asegurado que el pOXA-48 está «súper asociado, más que ninguna otra bacteria» con la K Pneumoniae, particularmente con el serotipo 11 «que es una cepa bastante patogénica».


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