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El supuesto asesino de ‘La Fiestuki’ menciona a otra persona cuya identidad se rehúsa revelar por temor

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Ninguno de los empleados de la ‘disco’ de La Cistérniga ha reconocido al acusado como el autor del tiro mortal

VALLADOLID, 14 (EUROPA PRESS)

El salmantino Rubén A.S, presunto autor del asesinato la madrugada del 1 de agosto de 2022 de un joven al que supuestamente pegó un tiro con una pistola en el recinto de la discoteca ‘La Fiestuki’, en La Cistérniga (Valladolid), se ha declarado inocente y ha asegurado que el autor del crimen fue una tercera persona cuya identidad se ha negado a revelar por miedo a represalias tanto sobre su persona como su familia.

Si el pasado viernes quedó constituido el jurado popular de este caso en la Audiencia de Valladolid, la primera jornada del juicio como tal ha permitido conocer la versión exculpatoria del encausado, quien tan solo ha reconocido su grave adicción a la cocaína y ser culpable de encontrarse la noche de autos en el lugar y la hora equivocados.

Rubén A.S, sobre el que pesa una petición del fiscal de 22 años de cárcel por asesinato, amenazas graves y tenencia ilícita de armas, ha explicado que aquella noche se había desplazado desde Salamanca, donde reside, a ‘La Fiestuki’ en La Cistérniga con su entonces pareja y también acusada, Carmen S.S, a quien la acusación pública pide dos años y medio por el tercero de los citados delitos, y ha sostenido que ni siquiera presenció la muerte de la víctima ya que en ese mismo instante se hallaba junto con su novia dentro de un coche en el recinto del establecimiento consumiendo sustancia.

El acusado, en declaraciones recogidas por Europa Press, relata que había llegado junto con otras personas, entre ellas un tal Alberto, a bordo de varios turismos y que en un momento dado el citado amigo y un tercero cuyo nombre ha preferido mantener en el anonimato se acercaron al vehículo en el que se encontraba con Carmen y el segundo de ellos les aconsejó salir pitando de allí porque había tenido un incidente con alguien en la ‘disco’ armado con una barra de hierro.

Rubén no dudó en salir corriendo de allí porque, como así ha incidido, sobre él pesaban varias órdenes de busca dictadas por un juzgado de Ciudad Rodrigo y un juzgado de Valladolid por violencia de género sobre su anterior pareja, hechos, como así ha destacado, de los que fue finalmente absuelto.

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Fue a partir de ese momento cuando Rubén abandonó La Cistérniga y se convirtió en el «custodio» de una pistola, el arma del crimen, que le entregó Alberto y que la Policía Nacional ocupó al acusado un mes más tarde durante un registro en la vivienda que compartía con su pareja en un barrio de Salamanca.

En su declaración un tanto caótica sobre lo ocurrido aquella noche, Rubén ha explicado que aceptó el encargo de guardar el arma porque Alberto le había pagado con un par de gramos de ‘coca’ y ha justificado que no se deshiciera de ella porque pensaba que cuando su amigo pasara a recogerla le pagaría con más sustancia.

De la pistola, el supuesto autor del crimen ha explicado que Alberto se la había encontrado dos meses antes de los hechos en una discoteca de Salamanca y que incluso ambos habían ido a practicar con ella.

SOLO UN TONTO SE QUEDARÍA CON EL ARMA

«Si yo hubiera sido el autor, solo a un tonto se le ocurriría quedarse con el arma, en lugar de deshacerse de ella, pero como soy gilipollas….», ha espetado Rubén, quien se ha definido como una «persona que trata de actuar siempre de la forma más recta posible» a pesar de su grave problema con la cocaína.

«El problema es que me pierde la boca, pero no soy una mala persona», ha añadido el acusado no sin antes lamentar que las drogas han roto su familia, en referencia a que hoy en día su hijo de 14 años está al cuidado de la abuela paterna porque él sigue en prisión desde el día de los hechos y su mujer, también aquejada de una grave adicción, abandonó hace tiempo al menor.

Durante el interrogatorio, el fiscal del caso ha preguntado a Rubén el motivo por el que el citado Alberto y la pareja de éste–aún no han testificado en el juicio–aseguraron en su día que el acusado les llegó a confesar que había mantenido un altercado con alguien en La Cistérniga al que había tenido que dar dos tiros, a lo que el interpelado ha respondido que dicha pareja sabe perfectamente quién es el autor del crimen pero prefiere incriminarle a él ya que le tiene menos miedo que al verdadero responsable.

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Respecto de la que fuera pareja suya con la que comparte banquillo, el acusado la ha exculpado del delito de tenencia ilícita de armas tras reiterar que la custodia y el control de la pistola la tenía él. «Si yo por aquel entonces tenía problemas con la droga, lo de Carmen era tremendo. Ella ni sentía ni padecía, de hecho todavía sigo sin saber por qué está aquí sentada», ha subrayado.

Poco después, Carmen S.S. tomaba la palabra para, únicamente a preguntas de su abogada, reclamar su inocencia y negar cualquier vinculación con el arma que la policía incautó en casa de su novio. «En aquellos momentos de mi vida la veía por la casa y me parecía un cenicero», ha manifestado gráficamente.

Las personas que han cerrado la jornada han sido un vigilante de Securitas que aquella noche pasaba por allí con el vehículo de la empresa y cuatro empleados de la ‘disco’ de La Cistérniga, con la particularidad de que ninguno de estos últimos ha reconocido a Rubén como la persona que se enzarzó con la víctima, Brayan L.C, de 27 años, y acabó con su vida de un tiro.

Los trabajadores de la sala, con su dueño a la cabeza, han coincidido al señalar que la discusión entre el autor del crimen, un varón tocado con una gorra al que no habían visto nunca, y la víctima, armada ésta con una barra de hierro, se inició dentro del local y que luego siguió fuera después de que entre varios de ellos desarmaran a quien a la postre resultó fallecido.

LA VÍCTIMA, UNA PERSONA «MUY CONFLICTIVA»

«Les echamos del establecimiento. El fallecido, que era un cliente muy conflictivo y se hallaba muy drogado y borracho, se quitó el polo y el otro sacó una pistola y se produjo un disparo», ha recordado el empresario hostelero, quien mantiene que presenció el tiro a unos tres metros de distancia y que acto seguido entró en el local, quitó la música y comenzó a echar a la gente del establecimiento.

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Pues bien, pese a estar a muy pocos metros de distancia, el dueño de ‘La Fiestuki’ asegura que el autor del tiro no es el hoy acusado, al que conoce como un cliente que acude a su local «tres o cuatro veces al año», en sintonía con lo declarado a posteriori por sus otros tres empleados, uno de los cuales, a pesar de lo dicho en su día en fase de instrucción, ni siquiera recuerda ahora que el autor del disparo le amenazase de muerte para que le franqueara la puerta para poder huir del lugar.

El juicio prosigue mañana con más testigos. El fiscal ya ha anunciado, en su alegato previo, que tratará de demostrar que la muerte de Brayan es un asesinato porque el tiro se produjo con «alevosía», ya que el acusado se aseguró el resultado de su acción, con el uso de una pistola a muy corta distancia, para que la víctima no pudiera defenderse, mientras que la defensa de Rubén solicita un fallo absolutorio ante la ausencia de «pruebas directas y circunstanciales» de que su patrocinado fuera el autor del crimen.

Su defensor solo reconoce el delito de tenencia ilícita de armas, aunque entiende que en el mismo concurre la eximente completa o, en su caso, la eximente incompleta derivada de los trastornos mentales que padece por la ingesta de sustancias, dependencia que, entre otras razones, también ha hecho valer la defensa de Carmen S.S. para pedir del jurado un veredicto de no culpabilidad para su clienta.

Durante el alegato previo de esta última defensa, la acusada no ha podido reprimir las lágrimas cuando su letrada ha mencionado que Carmen, tras recuperar la libertad, vive hoy con su madre y se encuentra al cuidado de su hija de cuatro años.


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