Criadores, compradores y visitantes abarrotan el recinto ferial para honrar una tradición centenaria en vías de desestacionalizarse
LUGO, 21 (EUROPA PRESS)
En Vilalba (Lugo), la Navidad no comienza oficialmente con una cena, sino con un sacrificio, el de los ejemplares de capón que un año más — y ya van casi 200 — se han convertido en los verdaderos protagonistas de una nueva edición de una de las ferias gastronómicas con mayor arraigo, tradición y antigüedad de toda Galicia.
La Feira do Capón de Vilalba ha congregado este jueves a 37 criadores –tres más que en la última edición–, 1.238 capones y cientos de compradores, visitantes y curiosos que han abarrotado las instalaciones del recinto ferial para comerciar y degustar uno de los productos más icónicos de la comarca de la Terra Chá y más codiciados en las cartas navideñas de los restaurantes.
Bajo una lluvia intermitente, que no ha impedido a los asistentes disfrutar de las actividades programadas en la carpa instalada en la Praza da Constitución, la feria ha abierto sus puertas al público a las 10,00 de la mañana.
Una hora y media después, tras el trajín incesante de negociaciones entre productores y comensales, se ha procedido a la entrega de premios a los mejores criadores de capones; pollos castrados y alimentados de manera natural al aire libre, cebados después en capoeiras a base de maíz, patatas y castañas, y sacrificados con una edad mínima de 150 días y al menos tres kilos y medio de peso.
La nueva edición de la Feira do Capón de Vilalba, un producto que cuenta con el sello de Indicación Geográfica Protegida, ha disfrutado un año más de una buena respuesta ciudadana.
«El balance es más que positivo, la respuesta de los vecinos ha sido satisfactoria pero de lo que se trata aquí es de que no decaiga una actividad que para nosotros es fundamental, en términos de proyección del municipio y también económica para las familias de los productores y productoras», ha manifestado a Europa Press el teniente de alcaldesa, Modesto Renda.
MÁS CRIADORES
Pero más allá del volumen de venta registrado durante la feria, y del aumento en más de un centenar del número de capones censados con respecto al año pasado, ha sido el crecimiento del número de criadores el aspecto que más ha ilusionado a los organizadores del evento.
«La tradición familiar pesa mucho porque esta feria es fundamental para Vilalba, pero nosotros valoramos especialmente que este año tengamos más criadores. Valoramos las nuevas altas y sobre todo cuando se trata de gente joven», ha reconocido Renda, a propósito del desafío en el relevo generacional al que se enfrenta esta tradición ancestral.
Otro de los retos que ha sobrevolado la celebración de la feria, y que se debate desde hace años en la capital de la Terra Chá, es la desestacionalización de un producto vinculado desde siempre a la época navideña.
«El reto de este método de crianza es desestacionarlo, tradicionalmente fue un complemento para las economías familiares, pero ahora los ritmos económicos exigen que para la supervivencia de esta práctica se pueda desestacionar, para que haya un flujo de ventas más global durante todo el año y no solo acotado a estas fechas», ha sostenido el teniente de alcadesa.
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