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El Papa sugiere que cambien las normas frente a la crisis climática y destaca la falta de acción global ante la fragilidad del planeta

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Publica su nueva exhortación ‘Laudate Deum’ en la que desea una próxima Cumbre del Clima «histórica» y defiende el activismo ecologista radical

ROMA, 4 (EUROPA PRESS)

El Papa Francisco constata la «debilidad de la política internacional» en la lucha climática en su nueva exhortación apostólica ‘Laudate Deum’, publicada este miércoles 4 de octubre, en la que avisa de que el mundo se acerca a un «punto de quiebre».

Francisco apuesta por «reconfigurar» el multilateralismo de forma que «no dependa de las circunstancias políticas cambiantes o de los intereses de unos pocos»; un multilateralismo «desde abajo y no simplemente decidido por las élites del poder».

Aunque puntualiza que «no se trata de reemplazar a la política», insiste en que el mundo se vuelve «tan multipolar» que «se requiere un marco diferente de cooperación efectiva» que no solo piense en «los equilibrios de poder» sino también en la necesidad de dar respuesta a los nuevos desafíos ambientales, sanitarios, culturales y sociales, y para consolidar el respeto a los derechos humanos.

Se trata, según concreta, de establecer «reglas globales y eficientes que permitan asegurar tutela mundial» y de generar «un nuevo procedimiento de toma de decisiones «y de legitimación de las mismas, proponiendo «espacios de consulta, de arbitraje, de resolución de conflictos» y «una mayor ‘democratización’ en el ámbito global.

La lucha climática se articula a nivel internacional a través de las Conferencias de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático (COP) y la número 28 se celebrará en Dubái en noviembre.

Francisco hace un repaso desde 1992 por COP. Algunas, según dice, fueron «fracasos, como la de Copenhague (2009)», mientras «otras permitieron dar pasos importantes, como la COP3 de Kyoto (1997)». También se detiene en la COP21 de París (2015), donde se alcanzó el objetivo de mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 2 grados, y tacha de «decepción» la COP25 de Madrid (2019).

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En definitiva, concluye que los acuerdos han tenido «un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción» y que «las negociaciones internacionales no pueden avanzar significativamente por las posiciones de los países que privilegian sus intereses».

«A pesar de tantas negociaciones y acuerdos, las emisiones globales siguieron creciendo», lamenta, al tiempo que añade que la transición hacia energías limpias como la eólica y la solar, abandonando los combustibles fósiles, «no tiene la velocidad necesaria». «Lo que se está haciendo corre el riesgo de interpretarse sólo como un juego para distraer», advierte.

El Pontífice también desea que la próxima COP28, en Emiratos Árabes Unidos, sea «histórica» y dé lugar a «una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente», con formas vinculantes de transición energética «eficientes, obligatorias y que se puedan monitorear fácilmente»; y pide a los poderosos que piensen en el «bien común» y demuestren «la nobleza de la política y no su vergüenza». También advierte del riesgo de solo en poner «remiendos» y caer en un «pragmatismo homicida».

Igualmente, insta a «terminar de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, ‘verde’, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos» y defiende a los ecologistas que se manifiestan en las COP. «Suelen llamar la atención en las Conferencias sobre el clima las acciones de grupos que son criticados como ‘radicalizados’. Pero en realidad ellos cubren un vacío de la sociedad entera, que debería ejercer una sana ‘presión’, porque a cada familia le corresponde pensar que está en juego el futuro de sus hijos», subraya.

SECUELA DE ‘LAUDATO SI’

Este nuevo texto sucede a su encíclica ‘Laudato Si’, publicada hace 8 años. «Han pasado ya ocho años desde que publiqué la Carta encíclica ‘Laudato si’, cuando quise compartir con todos ustedes, hermanas y hermanos de nuestro sufrido planeta, mis más sentidas preocupaciones sobre el cuidado de la casa común (…). No tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre», apunta al comenzar su reflexión que considera necesaria porque «la situación se vuelve más imperiosa todavía».

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El Papa indica que «por más que se pretendan negar, esconder, disimular o relativizar los signos del cambio climático están ahí, cada vez más patentes». Según puntualiza, no se trata de una cuestión «ideológica» sino de «un drama que daña a todos» y cuyos efectos «nadie puede ignorar».

Así, aunque precisa que «es verdad que no cabe atribuir de modo habitual cada catástrofe concreta al cambio climático global», apunta que «sí es verificable que determinados cambios en el clima provocados por la humanidad aumentan notablemente la probabilidad de fenómenos extremos cada vez más frecuentes e intensos».

«Si hasta ahora podíamos tener olas de calor algunas veces al año, ¿qué pasaría con un aumento de la temperatura global de 1,5 grados centígrados, del cual estamos cerca? Esas olas de calor serán mucho más frecuentes y con mayor intensidad. Si llega a superar los 2 grados, se derretirían totalmente las capas de hielo de Groenlandia y de buena parte de la Antártida», alerta.

RECHAZO A LOS NEGACIONISTAS, TAMBIÉN EN LA IGLESIA

Asimismo, muestra su rechazo a los negacionistas –aunque sin emplear este término– que tratan de «burlarse de esta constatación» y «mencionan supuestos datos científicamente sólidos, como el hecho de que el planeta siempre tuvo y tendrá períodos de enfriamiento y de calentamiento» o que intentan «ridiculizar» a quienes hablan del calentamiento global, argumentando que también existen fríos extremos.

Así, subraya que «ya no se puede dudar del origen humano» del cambio climático. Según precisa, más del 42% del total de las emisiones netas a partir del año 1850 se produjeron después de 1990 y en los últimos 50 años la temperatura aumentó con una velocidad «sin precedentes en los últimos 2.000 años».

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El Papa explica que se ve «obligado» a hacer estas precisiones, «que pueden parecer obvias» debido a «ciertas opiniones despectivas y poco racionales» que encuentra «incluso dentro de la Iglesia católica».

Algunas consecuencias de esta crisis climática, según señala, ya son «irreversibles» por «cientos de años» y pide que ciertos diagnósticos «apocalípticos» no lleven a ignorar que «la posibilidad de llegar a un punto crítico es real».

«Se terminaría desencadenando una cascada de acontecimientos que se precipiten como una bola de nieve. En un caso así siempre se llegará tarde, porque ninguna intervención podrá detener el proceso ya iniciado. De allí no se regresa. No podemos afirmar con certeza que en las condiciones actuales esto vaya a suceder. Sí es seguro que no deja de ser una posibilidad», remarca.

DESARROLLO TECNOLÓGICO SIN LÍMITES: «ESCALOFRÍOS»

Por otro lado, confirma el diagnóstico que ya hizo en ‘Laudato si’, sobre el paradigma tecnocrático que se «retroalimenta monstruosamente» y le provoca «escalofríos» el poder del desarrollo tecnológico sin límites, gracias a las últimas novedades como «la inteligencia artificial» y con la «obsesión» que subyace de «acrecentar el poder humano más allá de lo imaginable».

El Pontífice también arremete contra quienes engañan a pobladores de una zona para construir instalaciones con altos efectos contaminantes, como lugares de residuos nucleares, «disfrazando» esta información con «marketing», prometiéndoles progreso local y dinero.

También se dirige a los católicos para que «contaminen menos, reduzcan desperdicios y consuman con prudencia» y sientan preocupación ante promesas políticas incumplidas e «indignación» por el desinterés de poderosos.


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