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Aníbal incendió un establo en el Pirineo hace 2.200 años antes de enfrentarse a los romanos

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MADRID, 17 (SERVIMEDIA)

El ejército cartaginés, comandado entonces por Aníbal, causó un devastador incendio en un establo en Bellver de Cerdanya (Pirineo leridano) hace unos 2.200 años, en plena Edad del Hierro, antes de cruzar la cordillera pirenaica para luchar contra los romanos en la Segunda Guerra Púnica.

El fuego se desató tan rápidamente que los lugareños no pudieron salvar sus animales ni sus objetos de valor, según un estudio liderado por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y publicado este viernes en la revista ‘Frontiers in Environmental Archaeology’.

De hecho, los investigadores descubrieron los restos de seis animales quemados e incluso un pendiente de oro. Este hallazgo ha permitido reconstruir las pautas económicas de los habitantes de esa zona, con una importante ganadería con la que se practicaba la trashumancia.

La investigación, realizada en el yacimiento arqueológico Tossal de Baltarga, en Bellver de Cerdanya, ha sacado a la luz los restos carbonizados del denominado Edificio G debido al incendio. Esta construcción tenía dos plantas y el fuego provocó que se desplomasen el techo, las vigas de soporte y el piso superior de madera, pero algunos objetos de valor sobrevivieron.

Los científicos, encabezados Oriol Olesti, profesor del Departamento de Ciencias de la Antigüedad y de la Edad Media de la UAB, hallaron los restos carbonizados de un caballo, cuatro ovejas y una cabra, junto a objetos de valor como un piquete de hierro y un pendiente de oro escondidos dentro de una olla.

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El piso superior parecía haber sido dividido en espacios de almacenamiento, cocina y producción textil. Se encontraron numerosas herramientas que podrían haber servido para hilar y tejer la lana de las ovejas y cabras que vivían en la planta baja, como fusayolas y pesas de telar.

ECONOMÍA COMPLEJA

Los arqueólogos también encontraron cereales como avena y cebada, y algunos recipientes de cocina enteros, con residuos que demostraban que las personas que utilizaban el edificio habían estado consumiendo leche y queso, y comiendo guisos de cerdo y cordero.

«El hallazgo ha permitido reconstruir las pautas económicas de estos habitantes, probablemente dedicados a la trashumancia», explica Olesti. El análisis de isótopos indica que algunas ovejas apacentaron anteriormente en los pastos de los valles, posiblemente por acuerdo con otras comunidades.

Olesti remarca que “estas comunidades de montaña no estaban encerradas en las tierras altas, sino conectadas con zonas vecinas, intercambiando productos y, probablemente, conocimientos culturales”.

La compleja economía de estos pobladores, con actividades de ganadería, agricultura, gestión del bosque y minería indica, para Olesti, «una sociedad de la Edad del Hierro adaptada a su entorno y capaz de aprovechar sus recursos en las tierras altas, y también muestra su contacto con otras comunidades».

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TROPAS CARTAGINESAS

La destrucción del Tozal de Baltarga, que ocupaba una posición estratégica en los Pirineos, podría haber estado relacionada con el paso del ejército de Aníbal por esta región para luchar contra los romanos durante la Segunda Guerra Púnica.

«La precisión cronológica en arqueología para hablar de la Guerra Púnica no es suficiente como para afirmarlo con toda seguridad», puntualiza Olestí, que añade: «»La destrucción se fechó hacia finales del siglo III a. C., momento en el que los Pirineos se vieron envueltos en la Segunda Guerra Púnica y el paso de las tropas de Aníbal”.

Olesti considera “probable que la destrucción violenta del sitio esté relacionada con esta guerra”. “El fuego general apunta a una destrucción antrópica, intencionada y muy efectiva, ya que todos los edificios del sitio fueron destruidos. En un edificio adyacente también encontramos un perro quemado», señala.

El Tossal de Baltarga era un lugar de residencia y punto de vigilancia de la comunidad ceretana con un importante asentamiento fortificado cerca, el Castellot de Bolvir. Parece que carecía de murallas defensivas, pero disponía de una excelente vista sobre el río y de las principales rutas de viaje.

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«Estos valles eran un territorio importante económica y estratégicamente», recalca Olesti, quien subraya: «Sabemos que Aníbal cruzó los Pirineos luchando contra las tribus locales, también probablemente contra los ceretanos. De esta expedición no se conservan muchos restos arqueológicos y el Tozal de Baltarga es probablemente uno de los mejores ejemplos».

PENDIENTE DE ORO

Para Olesti, «la reconstrucción implica una destrucción repentina, sin tiempo para abrir la puerta del establo y salvar a los animales».

«Este podría ser solo un incendio local inesperado. Pero la presencia de un pendiente de oro escondido indica la anticipación por parte de la población local de algún tipo de amenaza, probablemente la llegada de un enemigo. Además, mantener un número tan elevado de animales en un pequeño establo sugiere la anticipación de un peligro», explica.

Los arqueólogos no saben qué ocurrió con aquellos habitantes del Tossal de Baltarga, que finalmente fue reocupado y utilizado por los romanos. Una parte de la comunidad probablemente sobrevivió a la conflagración, y convivieron con los romanos en el yacimiento. El elemento más significativo de esta nueva ocupación será una torre de vigilancia que permanece en el yacimiento.


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