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Egipto celebra elecciones presidenciales con Al Sisi como el principal favorito debido a la falta de opositores influyentes

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Las autoridades han puesto en marcha una amplia campaña de represión contra activistas y opositores en medio de una grave crisis económica

MADRID, 9 (EUROPA PRESS)

Los egipcios están llamados desde este domingo a unas elecciones presidenciales que se celebrarán durante un periodo de tres días y en las que el actual jefe de Estado, Abdelfatá al Sisi, se presenta para un tercer mandato a pesar de que en 2018 prometió que no aspiraría al mismo y ante la ausencia de candidatos opositores de peso que cuenten con opciones reales de desbancarle.

Los comicios, previstos inicialmente para abril de 2024, fueron adelantados por decisión del mandatario, algo achacado a su voluntad de lograr el respaldo popular en las urnas antes de aplicar un paquete de medidas de austeridad ante el rápido deterioro de la economía egipcia.

La votación ha concluido ya para los egipcios residentes en el extranjero, que votaron entre el 1 y el 3 de diciembre, mientras que para los que habitan en el país el proceso se estructurará entre el 10 y el 12 de diciembre antes del anuncio de los resultados, previstos para el 18 de este mes.

Al Sisi, principal favorito, fue director de los servicios de Inteligencia Militar entre 2010 y 2012, cuando fue nombrado ministro de Defensa por el entonces presidente, el islamista Mohamed Mursi, quien se había impuesto en las primeras elecciones democráticas del país, celebradas tras el derrocamiento de Hosni Mubarak tras semanas de movilizaciones en el marco de la Primavera Árabe.

Posteriormente, encabezó en julio de 2013 un golpe de Estado que derrocó a Mursi –quien fue detenido y murió en 2019 tras sufrir un colapso durante una vista judicial–, lo que derivó en el nombramiento de Adli Mansur como presidente interino hasta que en 2014 optó por abandonar su puesto en el Ejército para presentarse a las presidenciales de 2014, en las que se hizo con la victoria.

El mandatario ha sido acusado de encabezar un régimen autoritario y de reprimir con dureza a la organización islamista Hermanos Musulmanes –incluida la masacre de cientos de manifestantes en asaltos contra las acampadas de protesta en las plazas de Rabaa al Adauiya y Al Nahda para protestar contra la asonada de 2014– y a los activistas prodemocráticos que se movilizaron contra Mubarak.

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Al Sisi logró la reelección en 2018 tras hacerse con más del 97 por ciento de los votos y, pese a que entonces prometió que no estaría en el poder más de dos mandatos, ha optado por volver a concurrir a las urnas después de un referéndum constitucional en 2019 que puso su contador a cero. “He decidido nominarme a mí mismo para completar el sueño durante un nuevo mandato presidencial”, dijo en octubre, cuando pidió “a todos los egipcios” que “participen en este acto democrático”.

Al Sisi se enfrentará a tres candidatos, entre los que destaca Abdelsanad Yamama, líder del partido liberal más antiguo del país, Al Uafd (Partido de la Delegación), que encabeza desde marzo de 2022. La formación, creada en 1919, tuvo una gran influencia en las décadas de 1920 y 1930 y, si bien fue disuelta tras la revolución de 1952, fue refundada en 1983.

Yamama, un abogado y profesor de Derecho, ha estructurado su campaña en torno al mensaje “Salvar Egipto” y ha prometido mejorar la economía y el sistema educativo, así como trabajar para fortalecer el sistema legal, en medio de las denuncias de activistas, opositores y periodistas sobre una instrumentalización de la Justicia durante los años de mandato de Al Sisi.

El empresario Hazem Omar, líder del Partido Republicano del Pueblo, es otro de los candidatos que aspiran a sustituir en el cargo al actual mandatario, si bien su figura es considerada como próxima al presidente. Omar fue presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado egipcio y su partido –integrado en parte por importantes empresarios y antiguos miembros del disuelto partido de Mubarak– constituye en la actualidad el segundo bloque en la Cámara de Representantes, con 50 de los 596 escaños.

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El último de los candidatos en liza en Farid Zahran, jefe del izquierdista Partido Social Democrático de Egipto e igualmente considerado como una persona cercana a Al Sisi debido a su apoyo al mandatario tras el golpe de Estado contra Mursi. Previamente fue un líder estudiantil en los años setenta y fundador del diario ‘Al Badil’, si bien en los últimos años ha adoptado posturas más cercanas al régimen vigente.

Los comicios han quedado además marcados por la retirada de las candidaturas del exparlamentario Ahmed Tantaui, muy crítico con Al Sisi, quien tuvo que dar un paso a un lado al no lograr los apoyos necesarios para sustentar su candidatura. Posteriormente, las autoridades anunciaron que sería juzgado por supuestamente difundir documentos no autorizados para la recogida de apoyos de cara a los comicios.

AUSENCIA DE OPCIONES ALTERNATIVAS

En este contexto, Al Sisi se presenta como incontestable favorito y se espera que logre una nueva victoria en primera vuelta y con un amplio margen de ventaja sobre cualquiera de sus rivales, especialmente dado que la población percibe que algunos de ellos son figuras próximas al presidente y parece poco probable que acumulen una gran cantidad de votos.

De esta forma, la previsible reelección del mandatario, responsable del derrocamiento del primer presidente electo de la historia del país africano, dará un nuevo mandato a Al Sisi ante la ausencia además de una oposición estructurada que suponga una verdadera amenaza debido a años de represión a manos del poderoso aparato de seguridad de Egipto.

Al Sisi, acusado por sus críticos de encabezar un sistema responsable de numerosos abusos de los derechos y libertades de la población, espera sin embargo que se ponga freno a la caída de la participación en las elecciones para poder dar una pátina de legitimidad a su Presidencia, especialmente ante sus esfuerzos en la esfera internacional para presentarse como un líder responsable, representados en su labor de mediación en el conflicto en la Franja de Gaza.

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La tasa de participación, reflejo del creciente descontento de la población y la falta de opciones políticas reales, fue del 47 por ciento en 2014, si bien cayó al 41 por ciento en 2018 y se desplomó hasta el catorce por ciento en las elecciones al Senado en 2020 –mejorada por el 28 por ciento de las parlamentarias de ese mismo año–.

Asimismo, Amnistía Internacional denunció recientemente que las autoridades habían incrementado la represión contra opositores, manifestantes y otros críticos de cara a la votación, al tiempo que dijo que “se ha impedido que los verdaderos candidatos de oposición pudieran presentarse”.

La ONG resaltó que cerca de 200 personas habían sido detenidas desde el 1 de octubre por participar en protestas no autorizadas o por supuestas actividades relacionadas con el “terrorismo” o la difusión de “noticias falsas”, por lo que pidió el fin de “su vergonzosa campaña de represión” y “la liberación inmediata de todos los detenidos de forma arbitraria simplemente por ejercer pacíficamente sus derechos”.

El país africano aborda por ello estas elecciones a la espera de las medidas que puedan anunciar las autoridades para hacer frente a la crisis, que se espera que vengan incluidas de nuevos recortes en el sector público y medidas de austeridad, al tiempo que mira de reojo el riesgo de expansión del conflicto en la Franja de Gaza.

Al Sisi, que ha adoptado un papel activo en la crisis encabezando junto a Qatar los esfuerzos de mediación entre Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y destacando el papel de El Cairo en los procesos de entrega de ayuda humanitaria a través del paso de Rafá –el único que es abierto de forma puntual–, ha advertido en numerosas ocasiones que no permitirá el desplazamiento de palestinos hacia Egipto a causa de la ofensiva israelí, que podría ser un nuevo factor de desestabilización en Egipto.


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