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Comienzan las parlamentarias en Etiopía aplazadas en dos ocasiones y marcadas por el conflicto en Tigray

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El partido de Abiy figura como favorito, ante las denuncias opositoras sobre un aumento de la represión

MADRID, 21 (EUROPA PRESS)

La población de Etiopía ha comenzado este lunes a votar para unas parlamentarias aplazadas en dos ocasiones, una votación que no podrá llevarse a cabo en varias zonas a causa de la violencia y la inestabilidad en la que se ha visto sumido el país durante los últimos meses.

Los comicios serán los primeros desde que Abiy Ahmed llegó en abril de 2018 al cargo de primer ministro, momento en el que puso en marcha un programa de reformas considerado como una de las causas del repunte de las tensiones intercomunitarias que sacuden Etiopía.

Abiy, quien fue galardonado en 2019 con el Premio Nobel de la Paz a raíz del acuerdo de paz con Eritrea, ha defendido que las elecciones serán libres y justas, en medio de las críticas por la detención de opositores y la inseguridad.

En este sentido, la semana pasada hizo un llamamiento a la participación y argumentó que la votación «será el primer intento del país de celebrar unas elecciones libres y justas», antes de apostar por «dejar una marca generacional» a través de este proceso.

Sin embargo, las elecciones tendrán lugar en medio de una profunda crisis a causa del aplazamiento de la votación en agosto de 2020 por la pandemia, una decisión muy criticada y rechazada de plano por parte del Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF), y un segundo aplazamiento por problemas logísticos.

El partido, que entonces gobernaba en Tigray (norte), acusó a Abiy de exceder sus competencias y de mantenerse en el poder a pesar de que su mandato había expirado, al tiempo que optó por mantener la votación para las regionales, en las que se impuso con más del 95 por ciento de los votos.

La escalada de tensiones entre el TPLF y el Gobierno central, que arrancó por el programa de reformas impulsado por Abiy, considerado por este grupo –anteriormente dominante de la política etíope– como destinado a rebajar su poder, desembocó en un conflicto abierto en noviembre.

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Abiy ordenó el inicio de una ofensiva contra el grupo después de un ataque ejecutado por el TPLF contra la principal base del Ejército en la capital regional, Mekelle, tras lo que ha sido declarado como una organización terrorista.

El conflicto, que ha derivado en una grave crisis humanitaria, ha provocado que la votación no pueda tener lugar en la región debido a la inseguridad, una situación marcada además por las denuncias contra tropas eritreas por abusos durante su participación en los combates del lado de Adís Abeba.

Al margen de la crisis en Tigray, el país ha sido escenario de un repunte de las tensiones políticas e intercomunitarias, especialmente en las regiones de Oromía, Amhara y Benishangul-Gumuz, con cientos de muertos en ataques y enfrentamientos durante los últimos meses.

El Gobierno ha acusado de estos incidentes al TPLF y al grupo rebelde Ejército de Liberación Oromo (OLA), escindido del Frente de Liberación Oromo (OLF) tras el acuerdo de paz de 2018, situación que se sitúa igualmente en un contexto de crecientes tensiones entre las autoridades y varios grupos opositores.

De hecho, el OLF anunció a principios de marzo que no participará en las legislativas, sumándose al boicot del Congreso Federalista Oromo (OFC), que ha exigido la liberación de varios de sus altos cargos de cara a participar en el proceso, lo que amenaza con restar credibilidad a los resultados.

Los altos cargos del OFC Bekele Gerba, Jawar Mohamed y Dejene Tafa, se encuentran detenidos e imputados por terrorismo a raíz de la oleada de violencia registrada tras el asesinato en junio de 2020 del popular cantante y activista oromo Hachalu Hundessa, en otro ejemplo de las crecientes tensiones.

EL PP COMO GRAN FAVORITO

Así, un total de 46 partidos –20 de ellos de carácter nacional y 26 formaciones regionales– competirán para lograr escaños en el Parlamento –integrado por 547 asientos–, si bien el Partido de la Prosperidad (PP) de Abiy es el que figura como principal favorito.

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El Parlamento se encuentra dividido por cuotas según los estados, marcados además por las divisiones entre las etnias, si bien existen dudas sobre si la totalidad de escaños debería ser repartida según los resultados o si ocupar únicamente el número correspondiente a las zonas en las que la población pueda ir a las urnas.

La votación no saldrá adelante en Tigray, al igual que tampoco tendrá lugar en los estados de Harari y Somali –aplazadas hasta septiembre por problemas con las papeletas– y algunas zonas de Oromía, Amhara y Benishangul-Gumuz a causa de la violencia.

El PP se presenta a las que serán sus primeras elecciones desde su surgimiento en 2020 tras la disolución del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (EPRDF), una coalición que dirigió el país durante casi 30 años. El PP está formado por los mismos partidos que el EPRDF, a excepción del TPLF, que se negó a ser parte.

El objetivo declarado de Abiy era poner fin al EPRDF, integrado por partidos fundamentados en las etnias, para acabar con estas divisiones, si bien sus críticos argumentan que esto ha avivado las tensiones y ha arrebatado el poder en los núcleos regionales para centralizar el poder en Adís Abeba.

Entre sus principales rivales figuran el Partido de Ciudadanos Etíopes para la Justicia, el Movimiento Nacional de Amhara y Balderas para una Democracia Genuina, si bien no se espera que puedan dar la sorpresa, aunque el creciente malestar contra Abiy podría hacer que sumen más votos de los esperados.

AUMENTO DE LA REPRESIÓN

Diversas agrupaciones opositoras han acusado a Abiy de lanzar una campaña de represión para garantizar el dominio de su nuevo partido –incluida la citada detención de altos cargos del OFC–, con el Partido de Ciudadanos Etíopes para la Justicia de Berhanu Nega, antiguo líder del grupo armado Ginbet 7 –que puso fin a su resistencia en 2018 tras la llegada del primer ministro al cargo– como único rival de peso.

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Por su parte, la Unión Africana (UA) ha anunciado el envío de una misión de observación electoral para supervisar la votación, mientras que la Unión Europea (UE) retiró a la suya en mayo por la falta de garantías, ante lo que Adís Abeba respondió que esta representación del bloque europeo no era necesaria para certificar la credibilidad del proceso.

La propia comisión electoral reconoció recientemente que la existencia de algunos problemas es «inevitable», si bien Washington ha expresado su «grave preocupación» por el «ambiente» en el que tendrán lugar las elecciones, especialmente por «la detención de opositores», «el acoso a los medios independientes» y «los conflictos interétnicos» en el país africano.

Así, el portavoz del Departamento de Estado estadounidense, Ned Price, apostó por un diálogo «inclusivo» tras las parlamentarias y resaltó que la votación «no debe ser vista como un evento singular sino como parte de un proceso político».

«El periodo posterior a estas elecciones será un momento crítico para que los etíopes se unan y hagan frente a estas divisiones», zanjó Price. Etiopía es una de las principales potencias económicas y militares en el continente y una mayor desestabilización es considerada como una amenaza para la región del Cuerno de África.

El país está además sumido en una disputa fronteriza con Sudán y en un proceso de conversaciones –con pocos avances– con Egipto y Sudán en torno a la presa que construye Adís Abeba en el río Nilo Azul, que ha elevado también las tensiones, amenazando con un mayor deterioro de la situación.

Por ello, los comicios son vistos como un plebiscito en torno a la figura del primer ministro y el margen de maniobra con el que cuente dependerá del margen de diferencia con el que se imponga. Abiy ha destacado que espera lograr un respaldo a sus esfuerzos de reforma, que incluyen planes para modificar la Constitución.


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