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Los Pirineos ante el reto del cambio climático

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Recomendaciones de la comunidad científica para una futura estrategia de adaptación al cambio climático en los Pirineos


La temperatura al Pirineos subirá más de 4ºC grados a finales de siglo, mientras que el grosor de la nieve a 1.800 m de altura se reducirá a la mitad hacia el año 2050. Estas son las proyecciones del segundo informe sobre los impactos, las vulnerabilidades y la adaptación de los Pirineos al cambio climático que ha presentado el Observatorio Pirenaico del Cambio Climático (OPCC).

El documento lo ha elaborado un equipo científico formado por cien personas en el marco del programa europeo POCTEFA.

El Pirineo ya sufre el cambio

Entre 1959 y 2010, la temperatura media en el Pirineo ha subido 1,2ºC, a razón de 0,20ºC por década; y las precipitaciones se han reducido un 2,5% por década. Además, en los últimos 32 años han desaparecido la mitad de los glaciares.

El informe detalla recomendaciones para cada uno de los sectores de actividad más afectados:

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Encarar los riesgos naturales. El posible incremento futuro de lluvias intensas, unido al adelantamiento del deshielo primaveral, podría incidir en un incremento del riesgo de inundaciones, avenidas y desprendimientos del suelo.

Prever la escasez hídrica y las sequías. Los principales modelos climáticos prevén un aumento en la intensidad y frecuencia de las sequías en las próximas décadas. Eso afectará a la agricultura y el agropastoralismo, la producción de electricidad hidroeléctrica, el desarrollo del turismo y la salud de los ecosistemas.

Garantizar la calidad de las aguas superficiales y subterráneas. El cambio climático y los cambios en los usos del suelo han afectado, y se prevé que afecten en un futuro a los caudales de los ríos pirenaicos y la calidad de las aguas, dando lugar a un aumento, en la concentración de contaminantes y al empeoramiento de la calidad del agua.

Mantener el atractivo turístico de los Pirineos. La mayor variabilidad en el grueso y duración de la cubierta de nieve podrían suponer un desafío para las estaciones de esquí alpino. Aun así, el incremento de las temperaturas podría afectar positivamente al turismo de montaña, alargando la temporada y favoreciendo la elección de destinaciones de montaña relativamente frescos en detrimento de las zonas de sol y playa.

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Hacer frente a los cambios en los cultivos. La disminución del periodo de heladas y el incremento de las temperaturas medias podría favorecer la expansión de cultivos no habituales en los Pirineos, de ámbito mediterráneo o los de origen subtropical.

Luchar contra la pérdida de biodiversidad. El cambio climático favorece la pérdida de biodiversidad y la extinción de especies. Habría que promover las redes de observación de la biodiversidad de alta montaña; integrar la adaptación en el cambio climático en los actuales planes y programas; garantizar la conectividad ecológica; y promover el intercambio de información entre los organismos competentes en los sectores involucrados.

Prever cambios irreversibles del paisaje. Se está acelerando el proceso de degradación de algunos paisajes icónicos como los glaciares, los lagos o las turberas de alta montaña, generando alteraciones a menudo, irreversibles en los paisajes típicamente pirenaicos.

Nuevas realidades energéticas. El cambio climático podría incidir de manera negativa en la producción hidroeléctrica. La solución pasa por la diversificación de las fuentes de energía priorizando las renovables; optimizar la gestión de los recursos; fomentar un uso energético racional; y adecuar la gestión energética a las variaciones de la demanda.

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