SEVILLA, 9 (EUROPA PRESS)
La Consejería de Cultura y Deporte ha publicado este domingo un libro titulado ‘La Itálica de Adriano, una ciudad ceremonial’, donde se narra cómo llegó Itálica a alcanzar “su cima de fama y prosperidad”, convirtiéndose en una de las ciudades de referencia de todo el Mediterráneo durante el siglo IV a.C.
Bajo la coordinación del profesor Lozano Gómez, el libro reúne 23 estudios firmados por 16 investigadores para explicar de manera divulgativa el proyecto imperial llevado a cabo por Adriano con el objetivo principal de convertir a Itálica en una ciudad ceremonial.
Según ha informado la Junta en una nota, este volumen va acompañado de decenas de fotografías del enclave, así como de varias ilustraciones firmadas por Arturo Redondo que recrean vistas, planos y escenas de la ciudad adrianea. Una publicación que no cuenta con notas a pie de página, ni citas bibliográficas extensas y que hunde sus raíces en un congreso científico internacional celebrado en Roma.
Esta iniciativa de la Junta de Andalucía, ha contado con la participación de unos ponentes para hacer accesible sus investigaciones a lectores no especializados, aportando textos e imágenes que han servido, asimismo, de soporte para la exposición homónima abierta al público desde el pasado otoño en el Conjunto Arqueológico de Itálica.
Asimismo, la obra recorre la arquitectura de los espacios ceremoniales de Itálica, deteniéndose en sus infraestructuras, así como en las distintas celebraciones documentadas y en los ejemplos de culto imperial allí desarrollados. También se abordan elementos decorativos, como los exvotos anatómicos con forma de pie hallados en varias ubicaciones del anfiteatro, cuya función no está aún completamente clarificada, o los excepcionales mosaicos figurativos y geométricos de sus domus.
La historia de Itálica arranca en el siglo IV a.C., en el cerro de San Antonio, una pequeña meseta próxima al futuro teatro romano de Santiponce, que aún tardaría dos centurias en ser levantado. A los primitivos pobladores turdetanos, que ya contaban con un urbanismo organizado, se les unió un grupo de soldados veteranos y heridos del ejército de Escipión el Africano, vencedores de la cercana batalla de Ilipa (206 a.C.- Alcalá del Río) quienes, en el marco de la Segunda Guerra Púnica, habían conseguido expulsar a los cartagineses de Aníbal de la península ibérica, según ha descrito la Junta.
La catedrática de Historia Antigua de la de la Universidad Pablo de Olavide, Cristina Rosillo, ha afirmado que Itálica pudo llegar a alcanzar los 10.000 habitantes, algunos de ellos prohombres tan prósperos como para alumbrar el nacimiento de los primeros emperadores nacidos fuera de Roma: Trajano y Adriano.
Sin embargo, la edad de oro de Itálica llegó en el siglo II d.C. de la mano del propio emperador Adriano, “el más cultivado de todos los que ocuparon la más alta magistratura del Estado”, en palabras del catedrático de Historia Antigua de la Universidad Pablo de Olavide y miembro del comité científico, Juan Manuel Cortés Copete, que, junto a los también catedráticos Fernando Lozano Gómez (US) y Elena Muñiz Grijalvo (UPO), colaboran con la Consejería de Cultura y Deporte en los trabajos para la candidatura del conjunto arqueológico italicense al Sello de Patrimonio Europeo y a la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco.
“Adriano convirtió a Itálica en una capital religiosa, espiritual e ideológica del extremo occidente, consagrando la ampliación de la ciudad a la celebración de fiestas y rituales que congregaron periódicamente a una multitud de personas para festejar el imperio y a sus dioses”, ha destacado Lozano.
En cuanto a los eventos festivos –juegos gladiatorios, desfiles, procesiones y competiciones deportivas– los investigadores han explicado que “el extraordinario tamaño de las calles de Itálica, el esplendor decorativo de sus casas y las grandes dimensiones y riqueza ornamental de sus espacios públicos”, como templos, termas, palestra y anfiteatro, eran “colosales”.
La capacidad del anfiteatro -que recientes investigaciones cifran en 35.000 espectadores, triplicando la población italicense estimada-, o el inaudito tamaño del fragmento de una escultura hallada en Itálica -un antebrazo de más de metro y medio (1,68 cm) que debió pertenecer a una divinidad de entre nueve y diez metros de altura- son solo dos de los muchos ejemplos y datos disponibles en este libro que demuestra, sin ningún género de dudas, que Itálica fue una urbe pensada para atraer a numerosos visitantes de todo el Imperio.
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